Figura representativa de su época, los ambientes intelectuales y mundanos de la Francia del siglo XVII, La Fontaine supo moverse fuera de la corte en el más absolutista de los reinados, frecuentando los medios culturales provincianos y parisinos.

Y, escapándose de las normas cuando imperaba el dirigismo, supo quedar al margen de la literatura oficial y crear una obra extraordinariamente ágil, variada y original.

Con sus Fábulas, calificadas de divinas por Madame de Sevigné, hizo escuela de un género casi olvidado y lo elevó a una altura que no ha sido superada.